Una hermosa lechuza (Tyto alba) llegó al Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de fauna silvestre (CAVR) del Área Metropolitana luego de permanecer durante siete meses bajo tortura en una casa.
A la lechuza le amarraron unas correas en todo ese tiempo para impedirle que recuperara su libertad. El ave llegó al centro por entrega voluntaria de la persona que la tenía en su casa. Durante la valoración, el equipo de profesionales encontró que la lechuza tenía pihuelas de cuero en sus patas, un implemento usado en prácticas de cetrería que restringe el vuelo de las aves rapaces, domesticándolas y entrenándolas para la caza.
Pero esa no fue la única tortura a la que fue sometida. Los veterinarios y biólogos también evidenciaron que el animal tenía un comportamiento habituado a la