El pasado jueves, 18 de septiembre, fecha de su fallecimiento hace ya cuatro años, tuvo lugar en Buenas Letras un encuentro en torno a la figura poética de Aquilino Duque. La mayor gloria de la literatura sevillana de la segunda mitad del siglo XX sigue sin tener no ya una calle, no una fundación o un premio de campanillas con su nombre, ni siquiera una modesta lápida en su casa natal. Pero el jueves pasado, al conjuro de la magistral semblanza trazada por Jacobo Cortines y de los versos imperecederos del maestro, leídos por Juan Lamillar y Lutgardo García, sí se concentró en la casa de los Pinelo, con el salón rebosante, un público ansioso de recuerdo y poesía. El gran reto, sin duda, es evitar que la obra inmensa de Aquilino caiga en el progresivo olvido a que pudiera condenarla el mezqu

See Full Page