Comer no es solo una necesidad biológica: cuando se convierte en un acto consciente, puede transformarse en una herramienta poderosa para regular el estrés. Estudios recientes han vinculado la forma en que ingerimos los alimentos con el manejo del cortisol, esa hormona que interviene directamente en nuestra respuesta al estrés diario.

Más allá del “qué comer”: importa el cómo

No basta solo con elegir alimentos saludables. Lo realmente transformador ocurre cuando prestamos atención plena al momento de comer. Detener distracciones, saborear cada bocado, masticar despacio y respetar pausas crean un ritual que promueve calma. Al hacerlo, el sistema nervioso responde mejor y se reducen las exigencias físicas que disparan la producción de cortisol.

Nutrientes que apoyan el equilibrio hormonal

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