Una investigación pionera que ha seguido a miles de personas durante décadas ha descubierto que la clave para una mayor longevidad y una vejez más saludable no está en lo que hacemos, sino en lo que pensamos.

Nuestra percepción del futuro, especialmente de la vejez, moldea de forma decisiva nuestra biología. La forma en que imaginamos nuestros 60, 70 u 80 años, ya sea como una etapa de crecimiento y sabiduría o como un período de desamparo y declive, no es una mera fantasía.

La ciencia ha demostrado que nuestras creencias sobre el envejecimiento pueden convertirse en una profecía autocumplida, determinando desde la salud de nuestra memoria hasta el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares e, incluso, influir en nuestra esperanza de vida en hasta 7,5 años, informa una reciente ed

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