Las aulas y pasillos de la Universidad de Guadalajara viven semanas agitadas. Lo que comenzó como una serie de inconformidades por servicios insuficientes y deficiencias en la oferta académica se ha convertido en un movimiento estudiantil que exige un cambio de fondo: el desconocimiento de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) y una reforma profunda a los mecanismos de representación al interior de la casa de estudios.
En las manifestaciones más recientes, estudiantes de distintos centros universitarios marcharon por las calles del centro de Guadalajara con pancartas y consignas que pedían mejores condiciones académicas, infraestructura digna y, sobre todo, una representación estudiantil auténtica. “No nos sentimos representados por la FEU, ellos defienden más a la cúpula que