El 6 de febrero de 2025, Antonia Carrasco Pérez, de 20 años, se presentó en la 43 Comisaría de Peñalolén con su hijo en brazos, huyendo de Pablo Alejandro Zúñiga Burgos. Aquella mañana, tras revisar su celular, Pablo la golpeó, la arrastró por el suelo y la ahorcó. Las lesiones eran evidentes: moretones, sangre en el labio y marcas en el cuello. Este episodio fue solo uno de los tres que Antonia había denunciado anteriormente.
El parte policial, al que tuvo acceso BBCL Investiga, detalla que las agresiones no eran nuevas. Pablo fue formalizado y posteriormente reformalizado debido a la acumulación de hechos de violencia. Sin embargo, la madrugada del miércoles, Antonia fue asesinada por Pablo, quien luego se suicidó desde un décimo segundo piso.
El ataque del 6 de febrero comenzó entre las seis y siete de la mañana. Antonia relató que Pablo encontró fotos personales en su celular y, enfurecido, comenzó a golpearla. El informe policial describe cómo Pablo la arrastró por el cabello y trató de ahorcarla. Antonia logró escapar, llevándose a su hijo de seis meses y algunos objetos personales, y se dirigió a la comisaría.
Al llegar, las lesiones eran evidentes. Fue trasladada al SAR de emergencia, donde se documentaron múltiples contusiones y excoriaciones. Durante el interrogatorio, Antonia expresó su deseo de que Pablo fuera detenido y confirmó su disposición a continuar con la denuncia.
Como medida cautelar, se acordó que un funcionario acompañara a Antonia a su hogar para recoger sus pertenencias. Sin embargo, Pablo no estaba en casa. La madre de Pablo, quien abrió la puerta, negó la entrada a los carabineros y afirmó que ambos se agredían mutuamente. Para resolver la situación, le entregó a Antonia $30 mil pesos para que se marchara.
La madre de Pablo también mencionó que ambos eran consumidores de drogas y que las agresiones eran constantes. La única medida adoptada fue que carabineros realizaran rondas policiales alrededor del domicilio durante 30 días.
Antonia había completado una encuesta sobre la violencia intrafamiliar, donde respondió afirmativamente a preguntas sobre agresiones previas y el aumento de la gravedad de los golpes. La evaluación de riesgo arrojó un puntaje de 3.378, indicando que Antonia estaba en una categoría de riesgo vital.
Este trágico suceso resalta la gravedad de la violencia intrafamiliar y la necesidad de medidas efectivas para proteger a las víctimas.