NUEVA YORK (AP) — Un sumergible ha avistado cangrejos, gusanos y peces prosperando en las superficies de explosivos que datan de la Segunda Guerra Mundial y que se pensaba eran tóxicos para la vida marina.

En un antiguo sitio de vertido de armas en el mar Báltico, los científicos encontraron más criaturas viviendo sobre las ojivas que en el lecho marino circundante.

“Estábamos preparados para ver un número significativamente menor de todo tipo de animales. Pero resultó ser lo contrario”, señaló el autor del estudio, Andrey Vedenin, del Instituto de Investigación Senckenberg en Alemania.

Los conflictos pasados han dejado su huella en los océanos del mundo, manifestó Vedenin. Solo en las aguas alemanas hay unas 1,6 millones de toneladas de armas vertidas, principalmente de las dos guerras mundiales del siglo XX. Los restos vertidos pueden contener residuos nucleares y químicos, así como explosivos como el TNT.

Este es el más reciente ejemplo de vida silvestre floreciendo en sitios contaminados. Investigaciones previas han mostrado naufragios y antiguos complejos de armas rebosantes de biodiversidad.

En el nuevo estudio, los investigadores filmaron redes de anémonas, estrellas de mar y otras formas de vida submarina en la Bahía de Lübeck, frente a la costa de Alemania. Andaban sobre piezas de bombas voladoras V-1 utilizadas por la Alemania nazi.

“Normalmente, uno no estudia la ecología de las bombas”, comentó James Porter, ecólogo de la Universidad de Georgia que no participó en la investigación.

La investigación fue publicada el jueves en la revista Communications Earth and Environment.

¿Por qué las criaturas marinas harían su hogar en armas contaminadas? Podrían sentirse atraídas por las superficies duras, que son escasas en el Báltico. El fondo marino es principalmente un lecho plano de barro y arena porque las piedras y rocas fueron extraídas del agua para la construcción en los siglos XIX y XX, explicó Vedenin.

El área también está bastante aislada de la actividad humana debido a los químicos, creando una especie de burbuja protectora para que las criaturas prosperen a pesar de algunos intercambios tóxicos.

Los científicos esperan calcular cuánta contaminación fue absorbida por la vida marina. Otro paso importante es ver qué sucede después de que las criaturas se asientan y si son capaces de reproducirse, señaló Porter.

Estudios como estos son un testimonio de cómo la naturaleza aprovecha los restos humanos, cambiando el guion para sobrevivir, dijo el biólogo marino conservacionista David Johnston de la Universidad de Duke. Recientemente mapeó barcos hundidos de la Primera Guerra Mundial que se han convertido en hábitats para la vida silvestre a lo largo del río Potomac en Maryland.

“Creo que es un testimonio realmente genial de la fuerza de la vida”, afirmó Johnston.

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El Departamento de Salud y Ciencia de The Associated Press recibe apoyo del Departamento de Educación Científica del Instituto Médico Howard Hughes y de la Fundación Robert Wood Johnson. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.