Hay días en los que el pelo se levanta con personalidad propia. La humedad sube, la electricidad estática campa a sus anchas y, de repente, pasas de "acabo en cinco" a "negociaciones de paz con el frizz". Un buen secador no es solo potencia y ruido: importa cómo gestiona el calor, cómo mueve el aire y qué hace para que el cabello no quede mal.
Los modelos modernos ya no se limitan a soplar aire caliente. Incorporan sensores para estabilizar la temperatura, motores brushless más eficientes y tecnologías iónicas o de "plasma" que buscan neutralizar la carga eléctrica que levanta el encrespamiento. El objetivo es simple: secar rápido sin castigar la fibra, sellar cutícula lo justo y dejar el acabado lo más pulido posible, tanto si alisas como si defines ondas.
En esa línea se mueve el DryGl