La vía Guaymaral, que conecta a Chía y Cota con el norte de Bogotá, se ha convertido en un dolor de cabeza para los vecinos del sector. Lo que hace unos años era un corredor tranquilo, hoy es escenario de quejas, fisuras en viviendas y un deterioro acelerado del pavimento. La razón: el tráfico pesado que encontró en esta carretera una ruta alterna frente a las restricciones aplicadas en otros corredores de la sabana.

Los residentes del barrio Guaymaral aseguran que la situación se volvió insostenible desde septiembre de 2024, cuando la Alcaldía de Bogotá intervino la vía Arrayanes —entre la calle 175 y la calle 235—. Ese corredor, clave para la conexión entre la capital y los municipios vecinos, fue mejorado por la Unidad de Mantenimiento Vial. Sin embargo, con las nuevas condiciones, los

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