En la historia negra del crimen argentino, el nombre de Ricardo Barreda quedó sellado como símbolo de horror. Condenado por asesinar a su esposa, su suegra y sus dos hijas en 1992, el odontólogo fue liberado en 2011. Afuera lo esperaba Berta “Pochi” André , una maestra jubilada que creyó poder rescatarlo.
Durante casi tres años, convivieron en un departamento del barrio porteño de Belgrano. Ella puso su casa, su tiempo y hasta su salud al servicio de aquel hombre. Pero la convivencia pasó a ser en un calvario . En 2014, ella lo denunció por maltratos y admitió que le tenía miedo. Fue el principio del fin: Barreda volvió a prisión y Berta entró en una etapa final de deterioro por una enfermedad neurológica que la llevaría a la muerte en 2015.
Ricardo Barreda junto a Berta Andr