La presión del presidente de Estados Unidos para que el Departamento de Justicia acuse al exdirector del FBI, uno de sus objetivos de más alto perfil, podría tener profundas consecuencias.

En el lapso de unas horas, el jueves, el presidente Donald Trump pasó de afirmar que no tenía conocimiento de una posible acusación contra el exdirector del FBI James Comey a celebrarla como “¡JUSTICIA EN AMÉRICA!”. En realidad, Trump había elegido personalmente a la fiscala —antes una de sus abogadas personales— para asegurarse de que sucediera.

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