
Los lectores españoles han convertido a ciertos personajes de ficción en parte de la cultura popular, y entre ellos destaca Diego Alatriste . Su presencia en el imaginario literario se mantiene vigente porque el personaje encarna valores de un tiempo pasado con una intensidad narrativa que sigue atrayendo a numerosas generaciones de lectores .
Su espada, sus gestos y sus dilemas lo han convertido en una figura que permanece más allá de las páginas de las novelas. Ese interés constante lo ha situado entre los personajes más queridos de la literatura en España , con una trayectoria inseparable de la obra de Arturo Pérez-Reverte .
Un manual escolar despertó en Pérez-Reverte las ganas dar vida al capitán
El origen de la saga se remonta a un momento doméstico, cuando el escritor hojeó el manual escolar de su hija de 12 años y descubrió un relato mínimo del Siglo de Oro . En el pódcast Un libro en una hora de la SER explicó: “Me di cuenta de que el siglo XVII o XVI se liquidaba con nada, con unas pocas líneas”.
Aquel vacío académico motivó al autor a dar forma a una narración que mostrara un periodo en el que España tuvo un peso decisivo en política, cultura y poder militar .
Ese impulso cristalizó en 1996 con la publicación de la primera entrega de El capitán Alatriste , que alcanzó un éxito inmediato y superó los 5 millones de ejemplares vendidos . El personaje trascendió las páginas con adaptaciones al cine, al teatro y al cómic, aunque su origen siempre quedó ligado al gesto íntimo de un padre que quería acercar a su hija a una época olvidada . El propio Pérez-Reverte recalcó en el mismo pódcast: “Quería devolverle ese mundo fascinante a mi hija”.
La mezcla de gloria y crudeza convirtió la saga en un retrato poliédrico de la España barroca
El autor ha defendido que la saga retrata luces y sombras de aquella época , con grandeza y crudeza a la vez. “Fuimos gloriosos e infames, crueles y magnánimos, luminosos y oscuros”, dijo en la SER.
Esa visión explica que los lectores identifiquen al capitán como un espejo de contradicciones , un soldado mercenario y a la vez un hombre de honor, una figura en la que conviven gloria y decadencia.
Tras 14 años sin novedades del personaje, Pérez-Reverte retomó la saga con Misión en París , donde situó a Alatriste en la Francia del siglo XVII entre intrigas diplomáticas y militares.
En esa trama aparecen figuras como Francisco de Quevedo, Sebastián Copons y los mosqueteros que Alexandre Dumas llevó a la fama, lo que intensifica el juego entre historia y ficción.
La mezcla de realidad y ficción consolidó a Alatriste como figura literaria única
El propio Alatriste se describe como soldado de los Tercios Viejos, espadachín a sueldo y mentor de Íñigo Balboa , según las supuestas memorias del narrador. Esas notas sitúan su nacimiento hacia 1582 en León y su muerte en la batalla de Rocroi en 1643.
En los apéndices editoriales se explica que pudo estar en el sitio de Breda y que incluso podría aparecer en el lienzo La rendición de Breda de Velázquez, aunque esas menciones se presentan como guiños literarios más que como hechos comprobados.
La duda sobre la autenticidad de los llamados Papeles del alférez Balboa fue aclarada por la Biblioteca Nacional de España, que negó su existencia y señaló que se trataba de un recurso de ficción.
En una respuesta pública, la institución aseguró: “En la Biblioteca Nacional no existen los supuestos papeles manuscritos del alférez Íñigo de Balboa”. De este modo confirmó que se trataba de una licencia narrativa para dar mayor verosimilitud .
El propio autor bromeó sobre esta confusión en su columna Patente de corso, donde recordó que muchos lectores creyeron en la existencia real del personaje. Pérez-Reverte explicó que Alatriste se inspira sobre todo en el capitán Alonso de Contreras y en otros soldados que dejaron memorias, como Jerónimo de Pasamonte, Miguel de Castro y Diego Duque de Estrada. En un artículo señaló: “Especialmente este último, con quien mi deuda es tanta que no dudé a la hora de hacerlo compañero de armas, viejo camarada y amigo personal del capitán Alatriste”.
La construcción de Alatriste integra la crudeza de un mercenario, la lealtad de un veterano y la ironía de un superviviente en un imperio en declive. Esa tensión lo sitúa como un personaje que acerca la historia a lectores jóvenes y adultos , que acceden al Siglo de Oro desde una perspectiva narrativa viva y alejada de los tópicos escolares. Y ese es quizá el motivo por el que, después de casi tres décadas, sigue levantando interés cada vez que reaparece con nuevas aventuras.