El puente de Guadua, como lo llama todo el mundo, está ahí desde hace más de veinte años. Nadie lo recuerda por su nombre oficial: puente Yenny Garzón. Para los bogotanos, es simplemente ese puente extraño, con alma de caña y cuerpo de acero, que se levanta en Engativá, a la altura de la carrera 119 con calle 80, justo donde Bogotá empieza a despedirse de sí misma para dar paso a los municipios de Cota, Tabio, Tenjo, Funza, Mosquera, Villeta, y toda la cadena de pueblos que se abren como corredores hacia el occidente.

El puente es único. No hay otro en Bogotá que se parezca. Fue construido en guadua, una caña que en el Eje Cafetero abunda y que para muchos es sinónimo de lo humilde, de lo sencillo, pero que, en manos de arquitectos tercos y visionarios, se transforma en un material tan n

See Full Page