El presidente de EE UU insinúa que, después de la imputación del exdirector del FBI James Comey, otros rivales políticos tendrán que enfrentarse a la justicia
Donald Trump regresó este enero a la Casa Blanca con una promesa: vengarse de sus enemigos políticos. La imputación esta semana del exdirector de la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) James Comey , acusado de dos cargos de perjurio y obstrucción de la justicia en una declaración ante el Congreso, ha dejado claro hasta qué punto el presidente de Estados Unidos está dispuesto a recurrir al Departamento de Justicia como arma de represalia contra las personas que considera que le han perjudicado en su carrera política.
Comey es, quizá, el enemigo que afronta la ira del presidente desde hace más tiempo, desde 2017, el año en