El disco The Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, salió a la luz en marzo de 1973. Alfredo Jaar tenía 17 años, cursaba su último año de colegio en el Liceo Francés de Santiago de Chile y con su par de amigos, Álex y Javier, salió de clase corriendo a la casa de Javi porque su hermano mayor había comprado el álbum que definió la carrera de la banda británica para siempre.

“Fue una revelación. Para mí era el disco más extraordinario que había escuchado en la vida. Me volvió loco. Lo escuchamos por lo menos tres veces ese día. Y al día siguiente volvimos a escucharlo, porque no podíamos sacarlo de la casa de Javier. Su hermano cuidaba mucho sus discos. Después lo compré y, de hecho, todavía lo tengo. En mi casa empecé a escucharlo todos los días”, me dice Jaar en una llamada telefónica desd

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