A Glenda León le gusta imaginarse cómo a alguien se le ocurrió hacer una película que le gusta, componer una canción que la emociona, fabricar un objeto que la maravilla o escribir un libro del que no puede despegarse. Le emociona mirar todo con los ojos nuevos de su niña interior, para la que cada situación, cada cosa, cada emoción es una aventura por descubrir. Quiere jugar con la cotidianidad y reírse, porque reír le brota fácilmente de la boca al hablar.

Para esta artista cubana, el arte no tiene por qué brotar de los abismos de la desesperación ni de la cantera del dolor. En ella la inspiración surge de la plenitud y la felicidad, de la alegría y de la calma, del placer y del disfrute. Así, ha explorado el color de las palabras a través de una vieja máquina de escribir en la que los

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