La primera sentencia de la JEP sobre secuestro es penosa. Primero, por su demora. Casi ocho años para repetir lo que ya sabíamos y sobre lo que ya había innumerables condenas en la jurisdicción ordinaria: que las Farc fueron secuestradores feroces y sin freno. 21.396 reconocidos. Después, porque las “penas” impuestas son de chiste y además la JEP usa un doble estándar.
Nos advirtieron que las “sanciones» serían simbólicas y que no habría cárcel. Pero ocurre que la JEP debería haber impuesto una verdadera restricción de libertad y no lo hizo. Tenía que haber determinado que los responsables quedaran confinados a un espacio no mayor a 15 hectáreas («un tamaño máximo equivalente al de las Zonas Veredales Transitorias”, dice la norma). Pero seguirán moviéndose con libertad por todo el territo