En los últimos años, tanto en Argentina como en América Latina, se consolidó un fenómeno alarmante: el ascenso de bandas narco lideradas por jóvenes de entre 20 y 30 años. Estos grupos, que heredan el mando tras la caída o detención de jefes más experimentados, se distinguen por un nivel de violencia desproporcionado, carencia de disciplina y exposición constante en redes sociales.
“Existen varios antecedentes en la región de bandas encabezadas por jóvenes con un alto nivel de violencia, que ocupan el vacío dejado por capos encarcelados o asesinados”, explica Gustavo Vera, exdirector del Comité Ejecutivo de Lucha contra la Trata y Explotación de Personas y presidente de la Fundación Alameda.
En Rosario, por ejemplo, tras el debilitamiento de las estructuras mayores vinculadas a Los Monos