Argentina ha aprendido a convivir en los márgenes de la normalidad económica. Durante décadas, el debate público gira en torno a problemas que en otras economías parecen superados: inflación persistente, devaluaciones en serie, déficit fiscal crónico y escasez de divisas, factores que derrumban cualquier intento de recuperación sostenible.
Incluso el lenguaje cotidiano refleja esa anomalía: términos como FMI, brecha cambiaria, cepo o el popular “contado con liqui” remiten a un pasado que limita el futuro y confirman una economía anclada en lo rudimentario. Es como si el país estuviera atrapado en un bucle de discusiones vetustas, mientras el mundo sigue adelante.
En ocasiones, Argentina se asemeja al célebre personaje de Guillermo Francella , Enrique ‘El Antiguo’. Mientras el mundo ava