En un rincón de la capital de Venezuela , cientos de simpatizantes del gobierno llevaban armas colgadas en el pecho, mientras una sucesión de oradores, micrófono en mano, los instaban a defender la nación con sus vidas.
En otro rincón, empresarios y diplomáticos estaban inquietos por la escalada de tensiones entre Venezuela y Estados Unidos , por lo que consideraban una oportunidad perdida para el diálogo entre los dos países y por la posibilidad de un ataque estadounidense que podría desatar violencia y caos.
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