Valencia Basket sabía que Casademont Zaragoza no sería un rival sencillo. Venía en un estado emocional pletórico y así saltó a la pista. Sin miedos, sin pensar en las cuatro finales perdidas ante las valencianas en los últimos años. Esa puesta en escena les hizo llevar la iniciativa casi siempre y llevar el partido a un marcador alto. 20-26 se cerró el primer cuarto. Demasiados puntos concedidos. Helena Pueyo y Mariona Ortiz gobernaban el juego. El resto se limitaba a ser agresivas y a jugar al son de sus jefas.
Las taronja, algo desquiciadas, iban a tirones, incómodas, sin encontrar su ritmo a través del rebote y las transiciones. Tampoco se generaban muchas situaciones para Raquel Carrera ni Kayla Alexander en pintura y la defensa flotaba cada vez más, con la consiguiente psicosi