El gran éxito popular de «Pepita Jiménez», de Juan Valera, una de nuestras grandes novelas decimonónicas españolas, inspiró a Isaac Albéniz para componer una ópera homónima en 1895. Luis, un seminarista destinado al sacerdocio, se enamora de la joven viuda Pepita y mantiene una lucha interna al no querer aceptar el amor apasionado de ella, esto provoca un conflicto entre el deseo y el deber, retratado por Valera con elegancia y gran hondura psicológica. Con libreto en inglés, fruto de su colaboración con Francis Money-Coutts, la estrenó en italiano en enero de 1896 en el Liceo de Barcelona, pero la obra no tuvo buena acogida y éste la revisó enriqueciendo la orquestación. Posteriormente se hizo en alemán en Praga (1897), en francés en Bruselas (1897) y París (1923), pero la primera vez que
«Pepita Jiménez», la tragedia entre el amor, el deseo, la pasión y las convenciones

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