Con miles de peregrinos recorriendo cada año las calles de Santiago de Compostela (A Coruña), no es extraño que mochilas, llaves, móviles o monederos acaben olvidados en algún rincón. Todos estos objetos terminan en la Oficina de Objetos Perdidos, donde esperan a que alguien los reclame. La normativa establece que, si en el plazo de dos años no aparece el dueño, el hallazgo puede quedarse en manos de la persona que lo encontró; y, si nadie lo reclama, pasa a formar parte del inventario municipal.
¿Qué pasa con lo que se pierde en el Camino de Santiago?

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