Poco queda de aquella Eivissa de los años cuarenta, cuando la sal era fuente principal de economía de la isla. Los hombres ataviados con sombreros y azadas escarbaban en las montañas blancas de sal y la trasportaban sobre su cabeza hasta un carro tirado por animales. Bajo la intensa luz del sol, la sal brillaba como si fuera nieve, lo llamaban oro blanco. Se dice que la sal se ha extraído desde tiempos romanos, y es por ello que se considera una de las actividades más antiguas de la isla. Con el tiempo se mecanizó, y hoy en día la producción ha disminuido, pero no su importancia, sigue siendo un elemento histórico del patrimonio ibicenco.

Las salinas se han convertido en un espacio protegido. El parque natural de Ses Salines d’Eivissa i Formentera es patrimonio de la humanidad, y se e

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