La expectativa de vida en el mundo ha aumentado considerablemente en las últimas décadas, haciendo del envejecimiento saludable uno de los mayores desafíos de este siglo. Se estima que aproximadamente medio millón de argentinos conviven con algún tipo de demencia y la enfermedad de Alzheimer es la forma más común.
Esta patología neurodegenerativa no solo afecta a quienes la padecen, sino que impacta emocional y económicamente en todo el núcleo familiar. Las opciones terapéuticas actuales son limitadas porque los pocos fármacos disponibles solo atenúan síntomas temporalmente, lo que hace urgente la búsqueda de nuevos tratamientos.
En este contexto de búsqueda de alternativas terapéuticas, una observación en bases de datos médicas internacionales llamó la atención de científicos argentino