A pesar de que la aprobación de las reformas electorales -una que fija una multa a los ciudadanos chilenos que no concurran a las urnas y otra que restringe el sufragio extranjero-, fueron el resultado de un trabajoso acuerdo entre el gobierno y la oposición, los discursos expresados este lunes en la sala de la Cámara estuvieron lejos de reflejar un clima de entendimiento.

Los reproches mutuos, con acusaciones de aprovechamiento electoral e hipocresía, fueron repetitivos en las intervenciones.

Además, el hecho de que la tramitación de estas iniciativas culminara a siete semanas de las próximas elecciones parlamentarias y presidenciales condimentó aún más el debate.

Pese a ello, las reformas lograron un amplio respaldo y fueron despachadas a ley, tras gestiones lideradas por la ministra

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