Land Rover ha modificado su hoja de ruta con el regreso del Freelander , uno de los nombres más reconocibles de su historia reciente. Lo que en un primer momento se anticipaba como una nueva etapa 100 % eléctrica bajo el paraguas de una submarca específica, ha dado paso a una estrategia más flexible y adaptada a las distintas exigencias de mercado. La aparición de unidades en pruebas con motorización diésel confirma que el retorno del Freelander no estará limitado únicamente a vehículos eléctricos, sino que contemplará configuraciones con motor térmico.
Este giro en el enfoque responde a la necesidad de equilibrar ambición tecnológica y viabilidad comercial. En lugar de lanzar un modelo exclusivamente eléctrico en todos los mercados, Land Rover ha optado por un planteamiento dual: