El chico, fallecido el lunes, entrenaba a porteros, era monitor en campamentos de verano y estudiaba Ciencias del Deporte
Cuando a María José y a Emilio, los médicos, les comunicaron que su hijo, Raúl Ramírez, de 19 años, estaba en muerte cerebral después del golpe que sufrió en el campo del Crucero, durante el partido entre el Revilla y el Colindres, se les vino el mundo encima, pero también conservaron la entereza suficiente como para acceder a donar sus órganos, que podrán paliar el sufrimiento de otras familias angustiadas.
La muerte de un joven de su edad siempre parece antinatural, por eso ayer, a primera hora de la tarde, en las afueras de Santoña, sus amigos del pueblo y sus compañeros del equipo de Tercera Federación por el que había fichado este verano, seguían incrédulos, a