Treinta mil kazajos, por más que la capacidad del estadio fuera solo de 23.000 espectadores, contarán a sus hijos y nietos que vieron a Kylian Mbappé en directo el día que la Champions llegó por primera vez a Almaty. La voracidad del francés certificó una victoria de trámite en un lejano partido que aparecía atravesado en medio del calendario tras la dolorosa goleada en el derbi, tropiezo que ha despertado viejos fantasmas en un Madrid que sigue sin dar la talla en los días trascendentes. Y este en Kazajistán, no lo era.

La Champions llevó al Real Madrid a los confines de Europa, en el balcón de Asía a apenas dos horas de coche de China. Enfrente un equipo kazajo con más alma que fútbol. Para ese singular compromiso Xabi sacudió la pizarra alineando un once de circunstancias con una d

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