Durante décadas los diseñadores fueron más que creativos, se convirtieron en celebridades capaces de eclipsar incluso a las casas de lujo que dirigían. John Galliano, Karl Lagerfeld o Hedi Slimane marcaron una época en la que la figura del creador se erigía como una marca en sí misma. Hoy ese ciclo parece llegar a su fin.
Los recientes nombramientos de Jonathan Anderson en Dior y de Matthieu Blazy en Chanel consolidan una nueva tendencia. Se trata de perfiles que prefieren la discreción, con carreras centradas en la técnica, la confección y la coherencia artística a largo plazo, en lugar de la exposición mediática y la teatralidad.
La edad de oro de los diseñadores estrella en los años 90 y 2000 convirtió a los directores artísticos en figuras globales. Sus apariciones, declara