En el bello deporte del tenis, la dejada es una de las jugadas más hermosas, más pérfidas y más difíciles que existen. Muchos la intentan pero no le sale bien a todos, ni mucho menos. Consiste en golpear la pelota con suavidad y lograr que caiga justo al otro lado de la red, medio muerta; el rival, que está lejos, a veces trata de llegar y otras veces ni lo intenta; se queda donde está, masticando reniegos.

Pero lo que hace Carlos Alcaraz no son dejadas. Es algo más. Había que buscarles otro nombre porque tienen unas características singulares, inimitables, que nadie más que él sabe hacer. Carlitos lleva ensayando esa jugada desde que era un adolescente. El nombre se nos ocurrió hace más de dos años, en mayo de 2023, cuando el chico jugaba en el Mutua Madrid Open contra el ruso Jachánov,

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