Durante décadas, la enfermedad de Parkinson se estudió desde sus síntomas visibles: los temblores, la rigidez, la lentitud de movimientos.
También desde sus huellas más reconocibles en el cerebro, los cuerpos de Lewy , grandes depósitos de proteínas que aparecen cuando la enfermedad ya está avanzada.
Sin embargo, la comunidad científica sospechaba desde hace años que existían señales mucho más tempranas, diminutas acumulaciones que encendían la chispa de la neurodegeneración mucho antes de que los pacientes mostraran signos clínicos.
Ahora, un equipo internacional de investigadores confirmó esa intuición.
Por primera vez, lograron visualizar directamente en tejido cerebral humano post mortem los oligómeros de alfa-sinucleína , pequeños cúmulos proteicos considerados los impu