Daniel Quivio Huaracc se ha convertido en otra victima de la violencia criminal que sacude a la provincia de Ica. La madrugada del último lunes, sicarios descargaron una ráfaga de disparos en la urbanización San Joaquín, segando su vida y la de José Altamirano Vizarreta. Dos familias quedaron sumidas en el dolor irreparable, y seis menores quedaron huérfanos, víctimas colaterales de una espiral de sangre que no se detiene.

Daniel, músico y taxista de profesión, era el sustento de su hogar. Padre de tres niños, salía cada día de su vivienda en Parcona para trabajar alquilando un vehículo de la empresa A-One. Su muerte no solo destrozó a su familia, sino que los dejó en la incertidumbre de cómo enfrentar los gastos de su sepultura, una carga para su humilde condición económica.

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