Al que quiera celeste que le cueste ... El mentado refrán parece tener origen en el Renacimiento. Este color era muy deseado por artistas y aficionados al arte. Para pintar el cielo y el mar eran imprescindibles. “Ganarse el cielo” y abrirse a la libertad del mar –aun simbólicamente- requería esfuerzos.

El color celeste se conseguía mezclando blanco con el azul de ultramar obtenido a partir del lapislázuli. Para ello se necesitaban artes avanzadas, pero, además, la piedra semipreciosa se importaba de Oriente y su obtención era muy costosa. Por lo cual, el famoso dicho pasó a significar que a quien le interesa algo valioso tiene que hacer esfuerzos y sacrificios para lograrlo.

A partir de la grieta surgida entre pañuelos de colores, la famosa sentencia parece encajar perfectamente con la

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