Hay relatos que se anclan en la memoria por su simplicidad brutal. Son como pequeñas piezas de relojería fatal que, una vez que escuchas, no dejan de funcionar en tu cabeza. Escuché una de estas historias hace años, en un taller de guion inspirado en los métodos de García Márquez. Es una adaptación de una antiquísima leyenda mesopotámica, inmortalizada en el siglo XX por el escritor Somerset Maugham, y aclara la naturaleza del destino mejor que cualquier tratado de filosofía:
“El criado llega aterrorizado a casa de su amo. ‘Señor’, dice, ‘he visto a la Muerte en el mercado y me ha hecho una señal de amenaza’. El amo le da un caballo y dinero, y le dice: ‘Huye a Samarra’. El criado huye. Esa tarde, el señor encuentra a la Muerte en el mercado. ‘Esta mañana le hiciste a mi criado una señal