Cuando se viaja en la línea 5 de metro, entre las estaciones de Sagrada Família y Sant Pau, basta con asomarse bien a la ventana para atisbar entre la oscuridad algo parecido a una estación. No hay pasajeros, ni los hubo nunca, pero sí que tiene su andén, el pasillo de acceso e incluso el hueco para unas escaleras mecánicas que nunca llegaron a instalarse.
El lugar se encontraba abandonado y lleno de polvo hasta hace pocos días. El centenario del metro ha sido la excusa perfecta para que Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) devuelva en cierto modo la vida a esta estación fantasma, que se construyó en 1968 y nunca fue utilizada como tal. Debía ser parte de la L2 pero el cambio de trazado la hizo innecesaria en una L5 con la estación de Sagrada Família a apenas 100 metros. Desde ento