Sin duda, la flotilla de Gaza, que carecía del respaldo oficial de cualquier organismo internacional, ha conseguido sus objetivos propagandísticos tras el desarrollo del guion habitual en este campo de la dialéctica, y decimos habitual porque, por supuesto, ese tipo de expediciones navales ni son nuevas ni buscan un final distinto al de la interceptación por la armada israelí, detención de los voluntarios, traslado a tierra y expulsión posterior, todo ello rodeado en mayor o menor medida de las protestas indignadas del concierto «de progreso», aunque incluya a gobiernos como el turco de Erdogan en esa nebulosa vagamente antisionista. En este episodio, sin embargo, la novedad la hallamos en la sobreactuación de la Diplomacia española, que dirige José Manuel Albares, y en el tono rayano en e
El deterioro de la posición exterior de España

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