Del enfado a la ira hay solo un paso, pequeño... pero irreversible. Cuando cruzamos esa frontera «pasamos de expresar una necesidad a comunicarnos con gritos, ... reproches o silencios que nos alejan justo de lo que buscábamos: ser escuchados», explica Sonia Díaz Rois, autora de 'Y si me enfado, ¿qué?' (VR Europa). Pero, lejos de animarnos a no enfadarnos, la experta nos insta a hacerlo. «El enfado es absolutamente necesario. Es la emoción que nos anima a decir: 'Esto no me gusta', 'esto no me parece justo', 'esto no va conmigo'. Nos ayuda a marcar límites y a hacernos respetar. Al mismo tiempo, también nos invita a valorar si tal vez toca ceder porque estamos siendo demasiado rígidos o intransigentes».

El reto –dice– es calcular la frontera para no 'pasarnos' y hacer del enfado la emo

See Full Page