El órdago está sobre la mesa. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, ha lanzado un ultimátum a la cúpula militar del país: o respaldan sin fisuras su profunda reforma de las fuerzas armadas o deben presentar su dimisión. Se trata de una declaración de intenciones que busca cortar de raíz cualquier disidencia interna ante una de las reestructuraciones más ambiciosas de los últimos años en el Pentágono.
De hecho, la exigencia de lealtad absoluta es la antesala de la implantación de diez nuevas directivas diseñadas para transformar el ejército. El objetivo principal es imponer unos estándares físicos mucho más exigentes para todo el personal, con la intención de forjar una fuerza más preparada para el combate y con una imagen externa de mayor disciplina. Se busca así pot