Petro señala y vándalos y criminales disparan. En Zipaquirá apuntó su dedo hacia la Andi, contra la que había descargado enorme munición en distintos escenarios, y los salvajes callejeros acudieron prestos a cumplir la orden. Lo de la anunciada y prevista detención de la famosa flotilla era una burda excusa.
No ha pasado un mes desde la muerte de Miguel Uribe, asesinado tras ráfagas de decenas de trinos tiroteados desde Casa Nariño, y ya espasado. Los cerebros de su crimen –Iván Márquez y Nicolás Maduro– lo lograron. Un uribista de alcurnia menos en la carrera presidencial y, de paso, uno menos en la lista negra del mandatario.
Ignorando ahora su compromiso con la Iglesia católica de desarmar el lenguaje agresivo, apunta hacia tres objetivos primordiales: Bruce Mac Master, por el que sie