Nápoles, la ciudad que durante décadas fue sinónimo de Maradona , pasión desbordada y la sombra persistente de la Camorra , vive hoy una transformación inesperada: hordas de turistas la invaden cambiando su identidad a un ritmo vertiginoso. Lo que antes era un paisaje de fútbol, mafia y vida popular se ha convertido en un decorado para selfies, colas interminables y pisos turísticos que expulsan a los vecinos.
Un espejismo. Sí, Nápoles, ciudad vibrante y caótica, se ha convertido en símbolo de cómo el turismo masivo transforma hasta las tradiciones más recientes en productos prefabricados para visitantes. La estatua de Pulcinella , ignorada durante años por los propios napolitanos, fue elevada a rito folklórico gracias a la invención de influencers y hoy concentra colas interm