En el Alto Valle del río Negro , Gustavo Arno logró abrirse un camino propio a fuerza de prolijidad. Nacido en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, y con raíces productivas en San Pedro, se instaló en 2012 en Allen, Río Negro, con una chacra que le compró a su padre, Santo. Desde entonces, su crecimiento ha sido sostenido: de las 43 hectáreas iniciales pasó a manejar 250 entre Allen y Guerrico, con galpón de empaque y camión propio, y con una marca reconocida en el Mercado de Avellaneda por la calidad alta y estable de sus frutas .

La prolijidad que caracteriza su proyecto se apoya en dos pilares: la que heredó de su padre, Santo, productor desde los años 70, y la que incorporó a través de su esposa Nadia , quien ordenó la gestión administrativa. Esa combinación explica el presente

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