En la semana que pasó dos noticias aparentemente sin relación mostraron una realidad inquietante para nuestro país. La primera, la detención en Perú de los principales acusados por el triple femicidio de Florencio Varela. La segunda, el escándalo que tiene al borde de la renuncia a su candidatura al diputado nacional libertario José Luis Espert, por sus vínculos con un empresario acusado de narcotráfico y fraude en Estados Unidos y que espera la definición de su extradición.

Ambos plantean preocupantes interrogantes sobre la lucha contra el crimen organizado en nuestro país. Los perfiles y el accionar criminal del peruano Tony Valverde Victoriano, conocido como Pequeño J, y su mano derecha, el argentino Matías Agustín Ozorio, ya enviado a nuestro país, muestran la impunidad con la qu

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