En los años 80, si alguien encendía la televisión en Estados Unidos a cualquier hora del día, era probable que se encontrara con la sonrisa inquebrantable de Jim Bakker . Peinado impecable, Biblia en mano, y una esposa con lágrimas listas para cualquier intervención divina, este dúo celestial de Jim y Tammy Faye no solo predicaba el amor de Dios, sino también una forma bastante terrenal de alcanzarlo: con una tarjeta de crédito .

Bakker se convirtió en una de las caras más populares del cristianismo evangélico televisado. A través de su programa PTL Club , construyó un imperio religioso-financiero que incluía un parque temático cristiano, un hotel, canales de televisión y donaciones multimillonarias. Su discurso de fe y prosperidad conquistó a miles, pero detrás de las cámaras se es

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