A comienzos del siglo XXI, la educación superior en Latinoamérica enfrentaba un panorama complejo: aulas tradicionales, acceso limitado y programas que apenas se ajustaban a las demandas del mercado laboral. Sin embargo, en las últimas dos décadas, la región ha experimentado una transformación profunda, impulsada por la digitalización, la globalización académica y la creciente necesidad de formar profesionales con visión internacional. Hoy, universidades y centros de posgrado han encontrado en la innovación educativa una respuesta a los desafíos de un mundo cambiante, donde incluso programas como el se han consolidado como alternativas estratégicas para quienes buscan liderar con impacto global.

Este viaje de transformación no ha sido lineal. Ha estado marcado por desigualdades sociales,

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