Parecemos ganado en un corral. Sólo tenemos una entrada y salida para 8.000 personas y hay días en los que no podemos ni movernos ... porque la cierran, como hicieron el viernes», lamenta Dafi Husein, vecino de Sinjil de 64 años quien, tras una larga temporada trabajando en Panamá, regresó a su lugar de origen para cuidar de sus tierras en uno de los altos que coronan esta localidad al norte de Ramala. Dafi otea el horizonte y todo lo que ve en las colinas cercanas son asentamientos y nuevos puestos avanzados instalados por colonos. «Estamos rodeados y lo peor es que no hay tranquilidad porque vienen a nuestras casas, roban y rompen nuestros olivos. Desde el 7 de octubre ya no distinguimos entre soldados y colonos, actúan igual», asegura este hombre de campo con mucha rabia.
Ese «corra