Fíjese, chato, que hay libros y hay libros. Están los que uno lee para pasar el rato, para olvidarse de los problemas, y están los otros. Los que no están escritos nomás con tinta, sino con pedazos de vida, con la memoria del miedo y, a veces, hasta con el eco de las balas. Esos son los libros que no se leen, sino que se sienten en el pellejo, los que nos recuerdan que en este México nuestro, a veces, el simple hecho de juntar letras para contar una verdad es el oficio más peligroso de todos.
Y de esos libros, de los que queman en las manos, es del que le quiero platicar hoy. Se titula No me pudiste matar , y lo firma un periodista que todos conocemos, don Ciro Gómez Leyva. ¡Vaya título! ¿A poco no? No es un lamento, no es un “casi me matan”. Es un reto. Es pararse enfrente del que te