Para el estoico, la virtud comienza en el dominio interior precedente de toda acción exterior. Zenón, Séneca, Epicteto y Marco Aurelio entendieron la libertad verdadera como la capacidad de gobernarse a uno mismo, incluso frente a la provocación o la desgracia.

Esa soberanía interior, en apariencia una obligación ética del individuo, puede ser ahora una exigencia política para las instituciones encargadas del orden público.

Durante la marcha conmemorativa del 2 de octubre, la fuerza pública de la Ciudad de México mostró un ejemplo de disciplina y contención que se acerca a la enseñanza estoica: resistir el impulso de responder con violencia, sujetar la reacción y sostener la compostura frente al caos.

Luego de las provocaciones lesivas y violentas del bloque negro, la Secretaría de Segu

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