La realidad es más compleja que la señalada en los titulares. Las remesas no están disminuyendo: están cambiando de ruta, y lo hacen a través de mecanismos poco seguros.

En los últimos meses, una parte creciente de los envíos familiares desde Estados Unidos ya no pasa por los canales tradicionales —bancos y remesadoras— que cumplen con registrar y reportar a las autoridades cada dólar como “ remesa familiar”.

En su lugar, los envíos fluyen a través del Sistema de Pagos Electrónicos Interbancarios (SPEI) de Banxico, dispersados por fintechs, bancos y neobancos que presumen menores costos, pero no trasladan el ahorro a los migrantes ni cumplen cabalmente con las normas de prevención de lavado de dinero y financiamiento al terrorismo.

Las remesas representan un pilar económico y so

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