En los últimos años, la preocupación por el cuidado personal y la sustentabilidad generó un cambio en la forma de consumir productos de higiene. Uno de los ejemplos más claros es el abandono progresivo del clásico desodorante en aerosol, que solía ser un infaltable en cualquier neceser, pero que hoy pierde popularidad frente a nuevas fórmulas de origen natural y amigables con el medioambiente.
La opción que se impone son los desodorantes sólidos elaborados a base de ingredientes como bicarbonato, manteca de karité, aceites esenciales y almidón de maíz . Estos productos funcionan al neutralizar los olores sin bloquear la transpiración, a diferencia de los antitranspirantes convencionales que contienen sales de aluminio y otros compuestos químicos cuestionados en los últimos año